viernes, 1 de febrero de 2008
EL PODER DE LA PALABRA ESCRITA: EL PROTAGONISMO DE LAS MUJERES
Hace un mes exactamente que estoy en Lima...
La alegría de verme entre amigos y familia que no frecuento, me ha hecho recuperar la serenidad que creí perdida para siempre en una calle de Caracas.
Así que siento el deber, casi la obligación de rendirle un pequeño tributo a algunas mujeres peruanas en este espacio ¿Y qué mejor manera de hacerlo que pidiendo prestadas las palabras de otras dos mujeres peruanas?
Espero que sepan disfrutar tanto como yo, las palabras de Victoria Villanueva Chávez Elizabeth
Herrera García dos mujeres que escriben sobre mujeres que escriben
50 AÑOS DEL VOTO DE LAS MUJERES
En el mundo entero, el inicio del siglo XX significó el surgimiento de convulsiones severas en el pensamiento y en la acción de la clase política que se hicieron presentes con audaces propuestas que perfilaron cambios políticos sustanciales, así como grandes conflictos mundiales cuya expresión más importante fue la primera guerra mundial.
En el Perú, estas primeras décadas del siglo XX también sacudieron las endebles estructuras de una nación que no acababa de nacer y que venía del fracaso de la guerra del Pacífico, con el consiguiente desánimo nacional. En ese contexto se fueron anidando las condiciones para la dación de la Ley Nº 12391 -de reconocimiento del derecho al voto para las mujeres-, que llegó
con retraso.
En el Perú, el proceso fue lento pero ciertamente no comenzó en 1955. Como ocurre con las decisiones importantes que se definen en el campo legislativo, éstas están siempre antecedidas por una larga y controvertida historia de luchas sociales y en este suscinto recuento de los acontecimientos que dieron inicio al siglo XX nos interesa echar una mirada más cercana a las mujeres que estuvieron allí presentes, así como resaltar el recorrido de las ideas políticas que, en gran parte, tuvieron su origen en el sur andino, hecho que debe recordarse hoy que se lleva a cabo un proceso de descentralización de nuestro país.
En ese trayecto, muchas mujeres entendieron que el acceso a una ciudadanía formal para participar en el ejercicio del poder político era un camino plagado de obstáculos y definieron otras vías en las cuales se permitieron también una intervención política sobre asuntos de particular
importancia cuya trascendencia persiste.
La literatura y el periodismo constituyeron canales para la expresión pública de las ideas, en circunstancias en que el acceso directo a la toma de decisiones estaba restringido, así como la posibilidad de las mujeres de incorporarse al mundo universitario. En la segunda mitad del siglo XIX, la prensa era el vehículo más importante para el debate intelectual y por ello cobró suma importancia la aparición de las imprentas y de los periódicos o semanarios. En ese contexto, la propiedad de las imprentas o de los medios de comunicación a cargo de mujeres constituía un verdadero reto.
Si a estas limitaciones para el ejercicio de la ciudadanía de las mujeres vinculamos las identificaciones claramente anticlericales, las definiciones públicas a favor de determinada posición política y la defensa de los derechos de la mujer, más la práctica de reuniones de mujeres para darse apoyo y para estudiar los escritos de ellas y de otras mujeres, podemos
entender la convulsión que sus ideas y acciones podían provocar en las élites políticas y culturales.
Examinemos algunos casos.
Clorinda Matto de Turner nació en Cusco en 1852 y murió en el exilio en Buenos Aires en 1909. Su infancia y adolescencia transcurrió la mayor parte del tiempo en Cusco, o en Calca, alejada de la capital, donde aprendió a leer y escribir, así como el quechua.
Clorinda Matto tiene una importante historia en el terreno del periodismo, que se inicia en 1876 en el Cusco con la aparición de El Recreo, semanario de literatura, artes y ciencias. En 1883, en Arequipa, Clorinda es jefa de redacción de La Bolsa, definiendo su opción política a favor de Andrés Avelino Cáceres. En 1889, en Lima, ejerce la dirección de El Perú Ilustrado, publicación que sustenta las ideas positivistas y liberales. En 1892, Clorinda Matto es propietaria y gerenta de La Equitativa, una imprenta “servida sólo por señoras” y allí imprime y dirige el bisemanario Los Andes, a favor de Cáceres. Finalmente, en 1896, ya en el exilio, en Buenos Aires, dirige el
Búcaro Americano, donde define como trascendental la educación de la mujer. En todo este trayecto, Clorinda esgrime su posición claramente anticlerical que se reafirma en 1889 con la aparición de su primera novela
Aves sin nido.
Clorinda no se limitaba sólo a su labor periodística y a su actividad política. Era también una empresaria dedicada al negocio de las lanas, que tuvo mucha importancia en Cusco y Arequipa a finales del siglo XIX. Clorinda y John Turner, comerciante inglés con quien se casó, vivieron en Tinta y actuaron como agentes de casas comerciales de lana.
Según describe Francesca Denegri, Clorinda Matto perteneció a un grupo terrateniente del sur andino, quienes actuaban en complicidad cultural con los indios. Posteriormente, a la muerte de Joseph Turner, ella tuvo que saldar las deudas y empezar a vivir sólo del periodismo hasta que su casa fuera saqueada y su oficina destruida después que las tropas pierolistas tomaron las calles de Lima.
La publicación de Aves sin nido provocó las más encendidas controversias en la intelectualidad de esa época, en parte por su posición anticlerical pero también por su visión a favor del indígena y, como señala Francesca Denegri, porque aborda la historia de las mujeres de un pueblo que resisten el mal.
Marcela y Lucía son personajes fundamentales que encabezan la lucha del pueblo entero presidido por Lucía. Por otro lado, Marcela desata las culpas del cura Pascual al referirle que su hija Margarita es hija de su antecesor, que ha sido promovido al obispado en otra ciudad.
Refiere Denegri que es a través de Lucía y de Marcela que “el proyecto de redención humana es expropiado de los patriarcas de la Iglesia y colocado firmemente en manos de las mujeres. Desplazó el centro del poder revolucionario, colocándolo, no en la oficina del gobernador, en la corte judicial o el confesionario del cura, sino en el hogar y lenguaje de las mujeres”.
María Jesús Alvarado nació en 1878, en Chincha, al sur de Lima. En 1911 expuso los fundamentos del feminismo como corriente de cambio social planteando la necesidad de otorgar derechos civiles y políticos a las mujeres. Su exposición llevó como título El Feminismo.
En 1913 presenta un proyecto de ley, a algunos representantes en el Congreso de esa época, demandando la participación de las mujeres en los cargos públicos.
En 1914 María Jesús funda Evolución Femenina, reconocida como la primera asociación feminista y, al mismo tiempo, organiza una escuela dirigida a niñas de escasos recursos.
Organizó campañas a favor de cambios legales que permitiesen a las mujeres ocupar cargos en las Sociedades de Beneficencia Pública que pudieran otorgar igualdad civil para las mujeres.
En el gobierno de Augusto B. Leguía, María Jesús fue encarcelada y exiliada a Argentina en razón de sus ideas políticas y sociales.
En la conferencia titulada El Feminismo, el 28 de octubre de 1911, dice:
“Las reformas que en síntesis exige el feminismo son:
Dar mayor amplitud y facilidades a la educación de la mujer, desarrollando su intelecto y aptitudes de igual manera que el hombre.
Darle acceso a los empleos públicos y profesionales liberales para que pueda subsistir por sus propios esfuerzos, mejorando su condición económica y social.
Que se le concedan los mismos derechos civiles que al varón, libertando a la mujer casada de la dependencia del esposo, a que la ley la somete, privándola de los derechos que goza de soltera.
Que se le otorguen los derechos políticos para poder intervenir directamente en los destinos nacionales, como miembro inteligente y apto que es del Estado”.
Zoila Aurora Cáceres nace en 1872 en Lima y muere en 1958 en Madrid. Es hija de Andrés Avelino Cáceres y de Antonia Moreno. Estudia en París, en laUniversidad de la Sorbona, y se gradúa en 1911. Vive algunos años en Italia, Francia, Alemania y España. Fundó y dirigió la organización Feminismo Peruano en 1924, desde donde conduce la lucha por el sufragio femenino, implementando una campaña en esa línea de acuerdo con su Declaración de Principios, que proclamaba el derecho de la mujer al voto político y a la igualdad jurídica.
Actúa en momentos difíciles, particularmente alrededor de 1930, pues, de acuerdo a Maritza Villavicencio, la coyuntura estaba marcada por la “polarización social –el campo oligárquico terrateniente y el campo obrero sindical– que se plasmó en fuerzas político-partidarias opuestas.
En ese contexto, la confrontación de dichas fuerzas se trasladó a la Asamblea Constituyente (1931-1932) donde uno de los temas en debate fue precisamente el sufragio femenino”.
Esta confrontación estaba marcada por las posiciones favorables al voto femenino de Unión Revolucionaria, encabezado por el comandante Luis M. Sánchez Cerro, que se enfrentaba a las vacilaciones del campo socialista y aprista en relación con el derecho al sufragio de las mujeres.
Zoila Aurora, por otro lado, sustentaba la relación entre la lucha por el sufragio con la lucha popular, específicamente en el medio sindical, y mantuvo esa posición aunque tuvo que sostenerla de manera solitaria.
Una línea de acción importante que también desarrolló el Feminismo Peruano fue el apoyo a la inserción de las mujeres en la resistencia en las jornadas de lucha del Comité Pro-abaratamiento de las subsistencias en 1919 y, posteriormente, en 1930, la asesoría directa al primer Sindicato de Costureras del Estado.
Del mismo modo, Zoila Aurora interviene directamente a favor de la lucha de las trabajadoras de la Compañía Peruana de Teléfonos. En agosto de 1931 presenta, en representación de “las señoritas telefonistas reclamantes”, el Pliego de reclamos de las empleadas de teléfonos ante la Compañía Peruana de Teléfono Ltda., que plantea nivelación de sueldos, jornada de trabajo
diurno de cinco horas, gratificaciones, pago de horas extras y de días feriados, entre otros puntos.
Ciertamente, esta posición provocaba irritación pues se llegó a afirmar en
Nuestro Diario que:
“LA SEÑORA ZOILA AURORA CÁCERES HA SIDO QUIEN HA INFILTRADO EN EL ESPÍRITU DE LAS EMPLEADAS TELEFONISTAS ESTAS IDEAS Y NO SABEMOS CON QUÉ FINALIDAD; ES POR ELLA, POR QUIEN LAS EMPLEADAS HAN DECIDIDO DECLARARSE EN HUELGA”.
Clorinda, María Jesús y Zoila Aurora hicieron su propio recorrido combinando la educación y la cultura, la acción política y la defensa de sus ideas, que significaba una intervención pública y contestataria en la construcción de su ciudadanía.
Clorinda estuvo, sin duda, más orientada al mundo indígena pero su posición anticlerical esbozada en Aves sin Nido se define claramente desde el mundo femenino en el ámbito cotidiano a través de Marcela y Lucía.
Zoila Aurora también fue una abanderada del derecho de las mujeres a la educación y de manera muy clara sustentaba el derecho al voto femenino.
María Jesús percibía la importancia de la organización de las mujeres y su acceso a la educación para estar en condiciones de competir con ventaja en el mundo masculino que monopolizaba el terreno político.
Las tres ejercieron el periodismo que constituyó un vehículo fundamental para hacer conocer sus ideas políticas, especialmente en aquellos momentos en que su presencia física, y por tanto, su voz no podía ser escuchada en los ámbitos congresales. En diferentes momentos, ellas tuvieron una intervención política que les significó el encarcelamiento y el exilio. Dejaron su huella abriendo caminos inéditos.
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